¿Qué nos depara el porvenir de la psicología?
Po Lic. Matilde Travesi - Profesora Titular (interina) de la Cátedra Psicoanálisis “Freud”-Facultad de Psicología UNT.

El excelente título elegido por las autoridades y los responsables científicos del VIII Congreso Internacional de Psicología de Tucumán -“El porvenir de la psicología ante las nuevas prácticas, demandas y subjetividades”- ya anuncia de lo que se hablará. Por un lado, lo nuevo “por venir” en el sentido de lo novedoso; de las demandas a las que los profesionales Psi nos confrontamos y nos vamos a confrontar en función de un futuro que no es muy lejano, considerando la fugacidad inherente al tiempo presente. De tal suerte que aquello que presuponemos futuro, en realidad ya está entre nosotros.

Por otro lado, el título pone el acento en el porvenir en el sentido del “destino” mismo de la psicología como disciplina, en una época que encuentra a algunos sujetos esperanzados, por ejemplo, en los grandes avances de la ciencia que promete, entre otras cosas, “fabricar hijos” a la medida del ideal de sus padres. A otros, la omnipresencia de la tecnología los encuentra fascinados por la posibilidad de hacerse una vida en el mundo de la realidad virtual, mientras que a otros les provoca una suerte de pánico por los supuestos peligros de la pretendida inteligencia artificial (IA). En ese sentido, la pregunta acerca de si en el futuro seremos diagnosticados y asistidos por un robot “especialista” en psicología no resulta descabellada.

La época que nos caracteriza tiene otros méritos. Se han desapatologizado las identidades sexuadas, el par normalidad-anormalidad ha sido puesto en cuestión. Sin embargo, no resulta vano remarcar que en el “manicomio global”, expresión que forma parte del título de un nuevo libro del psicoanalista y escritor argentino Gustavo Dessal, la escalada de violencia, las diversas formas de segregación y exclusión social, la extenuación de los cuerpos -intoxicados por la droga y por todos los objetos que nos procura la tecnología, las nuevas soledades y otras variantes sintomáticas- son parte del malestar en la civilización.

En ese sentido, resulta más que oportuno proponer un Congreso para pensar las consecuencias subjetivas que deparan los cambios de la época y debatir sobre temas de actualidad, no sólo para asegurar el progreso de la disciplina sino fundamentalmente para asegurar el porvenir de la categoría de “sujeto”, siempre excluida por la ciencia al pretender reducir la condición humana a una suerte de máquina determinada por procesos físico-químicos puramente biológicos.

El punto de vista estrictamente psicoanalítico de quien escribe estas líneas obliga a aludir al concepto de inconsciente, la concepción de la pulsión de muerte, el deseo como aquello que comanda al ser hablante más allá de lo biológico. Hay algo que no sólo no cambia con la época, sino que insiste y son los embrollos del sujeto consigo mismo, con su deseo, con sus elecciones; y sus embrollos con el semejante.

No descreemos ni discutimos los ideales de la ciencia, el psicofármaco podrá suprimir la angustia, pero no la capacidad de angustiarse que es estructuralmente inherente a la condición humana y que siempre encuentra una vía por la cual hacerse escuchar, de manera que el discurso Psi sobreviva. Pero su porvenir depende de los lazos estrechos que sepamos construir con la sociedad, de nuestra capacidad para poder leer las formas contemporáneas del malestar y que esto sea de utilidad social.